De como Borges prefiguró la Red de Redes y Cortázar el Hipertexto. O del Artista como Visionario.

moebius diamante suspendido

En esta parada necesito que ustedes, lectores me  ayuden… O bien lo que voy a intentar expresar es complicado o bien es tal bolazo que requiere de vuestra complicidad para adquirir algún sentido, como esas películas que solo si el espectador es capaz de ser crédulo puede disfrutar… Yo no alcanzo a discernir, ustedes dirán.

Ya lo que me propone transmitir esta primer imagen es difícil. Viene de una coordenada de tiempo y cultura que ya no existe. Imaginen aquél mundo en dónde la televisión todavía era un milagro que no se salía del blanco y negro. Aquel mundo en el cual a la palabra «computadora» todavía no se le ocurría a nadie asociarla con la palabra «personal». Donde lo más cercano a un teléfono portátil era el zapatófono del agente 86.

Trasladémomos a esa última centuria del milenio pasado, a su séptima década. En los años setenta Jean Giraud, Moebius, realizaba entre otras miles esa ilustración que encabeza este escrito.

Junto a otros colegas ganaron para la narrativa gráfica (“historietas”) el status de Octavo Arte. Su «Teniente Blueberry», merced a la sólida carnadura de que dotó a personajes, paisajes, arquitecturas, vestimentas, implementos; nos hizo sentir que conocíamos de primera mano las miríadas de gestas, individuales y étnicas, cada una con su miseria o sublimidad o ambas, que compusieron el proceso de apropiación del norte del continente americano por parte de la cultura occidental.

Esta ilustración particular en la que me quiero concentrar pertenece a su producción Sci-Fi. Si aún hoy el personaje que protagoniza esa obra, con esas roSin títulopas de un estilo no visto pero que sugieren una funcionalidad cuyo detalle no alcanzamos a abarcar; con ese diamante levitante cual extraño edecSin títuloán ultraterreno para el cual o aceptamos magia o una tecnología que excede nuestra comprensión; con ese rostro que muestra una paz sabia que nos hace pensar en una humanidad que ha evolucionado a más…

Si aún hoy esas figuras nos evocan futuro, imagínense el vértigo de porvenir que provocaba su contemplación el pasado milenio…

Pero yo deseo hacer foco en un detalle puntual. La palma de la mano izquierda de nuestro protagonista sostiene un objeto levemente luminoso que no vemos y que atrae en un todo y de manera natural su atención, como si para él fuera común subsumirse en la contemplación de un objeto luminoso que ocupa la palma de la mano.

Ese gesto, involucrando el cuerpo completo de este interesante personaje que se ve relajado salvo por sus ojos que  toman información y su mano que sostiene la fuente, Sin títulono remitía en esa época (mediados de la década del setenta de la última centuria del milenio pasado) a ninguna actividad humana frecuente e identificable.

Hoy, sin embargo, cualquiera de nosotros podemos ver claramente que está mirando un celular. Porque el escrutinio e interacción con esa pantalla luminosa e hipnótica ha devenido en uno de los gestos más frecuentes del humano. Y no es para menos. Poseemos, en una luz que cabe en la palma, una biblioteca, hemeroteca, músico, video, pinacoteca y otras colecciones de hecho infinitas, puesto que recorrerlas por completo excede nuestras posibilidades. Y eso ni siquiera alcanza como prólogo del poder potenciador de las capacidades humanas que tiene esa luz que cabe en una palma.

Los modos de comunicación con los otros que brinda el surgimiento de este impensado nuevo chiche humano son tan múltiples y versátiles que la sociedad se está resquebrajando sin ofrecer ninguna alternativa que contenga el aluvión de las nuevas formas vinculares y de intercambio que se nos presentan. Viene vencida hace rato en esto de contenernos sanamente, la sociedad. Desde mucho antes de esta revolución tecnológica presente de la que hablo.

Sigamos enumerando: Una fuente de datos e información de todo tipo y en cantidades inabarcables… que si historia de cualquier especie, lugar y época; que si cualquier ciencia, abordada al nivel que se desee de lo básico a lo aún no descubierto; que si un tutorial para… no sé… Supongo a esta altura para todo un tutorial. Y suspendo la enumeración porque quiero continuar el relato, que tanto más habría por listar acerca de lo que nos dan los celulares.Sin título

Para los que ven lo negativo de «la alienación con un aparatito», muestro una foto que enseña cuán importante es la información para las personas de todas las épocas más allá del soporte físico que la traiga. Personas que además por urbanidad deben guardar distancia.

 

Y aquí llega el corolario de este presunto razonamiento: ¿Dibujó Moebius una persona mirando un celular, inimaginable en 1975? ¿O pensaba tal vez en algún  tosco gadget propio de Star Trek, que por entonces se emitía por T.V. en blanco y negro?

Por ejemplo: recuerdo aparatosos relojes que usaban los espías en las películas para hacer videoconferencias, o las minicámaras que usaban para fotografiar documentos que podían causar o detener una guerra.

Pero nada que ni se le acercara al dispositivo multifunción polidimensional que es un móvil, cuyo uso popularizado además en la totalidad de la población convierte a la suma de los celulares interconectados en una gran supramáquina.

En Egipto, en 2011, el pueblo derrocó un dictador. El dinamismo de la organización por redes sociales desbordó la capacidad de represión de un estado dictatorial militarizado.

Sin título

Es como si, hasta acá, hubiéramos sido los humanos algo así como hormigas sin antenas.

Entonces… ¿Qué fue lo que hizo este dibujante en ésta ilustración? Adivinó lo que venía? No tenía ninguna información ni idea de que el progreso humano iba a pasar por un aparato portátil comunicacional y multifuncional, nadie la tenía. ¿Como hizo? ¿Una alucinación de futuro? ¿O qué?

Yo sigo a Rimbaud y pienso que el artista inspirado y conectado tiene capacidades visionarias, no sólo de futuro sino también de entramados profundos de todo tipo que no son evidentes a la mirada vigil.

Así que para mí lo que ocurrió, lejos de ser un viaje al futuro con regreso pacto de silencio con los alienígenas que lo invitaron al trip incluído, fue que Jean Moebius Giraud simplemente debía y gustaba de producir una imagen para ilustrar algún cuento en alguna revista, supongamos; y, empezando su trabajo por lo bello (los colores, las aristas del cristal que yo veo como asistente o tal vez nave de ese personaje también bello en su disposición física y atavíos y que imagino viajero), tal vez solo incluyó ese objeto en la palma atrayendo la atención para equilibrar la composición de la imagen.

Pero de algún modo devino una visión.

Y a través de ese precario vislumbre (que espero ayuden con un poco de ingenua credulidad) de lo que podría ser la función visionaria del artista les cuento de dos visionarios de acá.

Sin título

”El Aleph” es uno de los cuentos más emblemáticos de Borges. Él basó su carisma de escritor en ideas originales y juegos intelectuales deslumbrantes por lo astutos, inteligentes, sofisticados y cultos. Sentimientos ni emociones ni por ende sabiduría alguna hay en sus escritos, pero sí la precisión algebraica de un ingeniero ocioso con talento poético que hubiera buscado deslumbrar incursionando en la antropohistoriografía, recurriendo incluso a lo fantástico o a la mistificación para revelar los  pliegues ocultos que percibía en el mundo.

En “El Aleph”, convierte el recuerdo de onanistas rutinas de tés vespertinos con dos hermanas más neuróticas que él, si cabe, en la concreción del deseo de gozar del universo infinito de manera simultánea.Sin título

Toda la múltiple pluralidad del cosmos contenida en un punto sin tiempo ni espacio limitantes, dice encontrar.

Don’t you worry Georgie, la interpretación fácil de que tal proeza de imaginación es producto sólo de sublimar la frustración del acceso negado a ese otro punto de entrada al universo que es el genital femenino no nos atrae. Creo más noble y entretenido intentar develar tus trucos de relator  astuto, narrador artero en la cuestión de manejar la atención del oyente para dar el golpe fulminante en el momento y de la manera precisa como para hacer inolvidable su historia.

Resolvió el argumento así: el ex pseudocuñado o casi cuñado, heredado tras la presunta muerte de su platónica amada, un personaje mistificador de imaginación inagotable que venía en combo con los tés, se desespera ante la venta forzada de la casa familiar y le comparte de la existencia de un aleph bajo el decimonoveno escalón del sótano.

Él va y atraviesa la experiencia de entregarse al influjo de tal entidad.

Es interesante que debe acostarse de espaldas, Sin títulometiéndose en una estrechez de piedra en cuyo techo un punto transporta a…otra parte. Qué diferencia habría entre esta escena y los habitués, hace milenios, de las cuevas de Altamira o las del sur francés, por ejemplo, Sin títulodonde se encuentran delicados dibujos en huecos que obligan al observador a entregarse a la piedra para apreciarlos y también ir al más allá que proponen.

Sin título

El traje que llevaría Georgie, supongo, la diferencia. Para más, se plantea al meterse en el hueco la procedencia de haberle aceptado la invitación de cogñac a su delirante guía. “Me sospeché envenenado”, observó.Sin título

 

 

 

Tal como se intoxicaban los primitivos para esos viajes a caballo de las pinturas en las piedras…

Pero lo más osado es la resolución que dio al problema técnico-literario que se le planteaba, porque…¿Cómo describir un aleph? ¿Cómo provocar y transmitir al lector la vivencia de acceder a un punto que contuviera al universo en simultáneo?¿Los infinitos atributos de dios (diría Spinoza) manifestándose sin tiempo ni espacio limitantes? Lindo desafío no…

Es claro que lo resolvió, sino no sería Borges ni estaría yo escribiendo esto.

Él ya venía practicando su asombroso truco de prestidigitación mental (de “prestiideación”, vendría a ser), en otros cuentos. Gustaba de inventar personajes apócrifos, citar como fuente enciclopedias falaces pero delineados ambos con tanto tino que merecían ser reales. En realidad eran sátira ultrasutil superirónica de personajes y enciclopedias reales reconocibles tras su hiperrealista fantasía (si me disculpan tal oxímoron…jejee…)

El que le saca bien la ficha al dispositivo tecnolinguistico  que resuelve el clímax del cuento y que por su misma brillantez lo justifica es Michel Foucault.

Encuentra como antecedente que en uno de esos relatos de historia ficticia  (El idioma analítico de John Wilkins) cita “una cierta enciclopedia china” (la cual ni se molesta en referenciar), donde constaría la siguiente categorización de los animales:

(a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas.

Asombroso. Un pase mágico.

Foucault, en “Las palabras y las cosas” se asusta e intenta volver del vértigo calificando tal clasificación así: “heterotópica”, le manda primero; y después, no conforme del todo con su exorcismo, agrega: “atópica”. Un múltiple sin-lugar… Nahhh…se complica más todavía.

Dice también que al principio da risa, la desproporción del desdimensionamiento total, pero que al rato ya empieza a preocupar.

Bueno. Lo que hace Borges para resolver el problema de resolver la descripción de un aleph es una simple enumeración heteróclita, y lo logra, fíjense:

 

“Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, Sin títulovi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo”

No soy el primero ni el único, amig@s, que relaciona el Inter-Net, la Red de Conexión, con el Aleph de Borges, editado en 1949. Encontré estos otros dos ejemplos, por ejemplosss:

1-http://www.revistac2.com/la-agencia-que-no-es-quiere-ser-el-aleph/

2-https://retina.elpais.com/retina/2017/08/03/tendencias/1501770832_944015.html

Es un artista un visionario o no, eh?!

 

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